Un día, cuando Alejandro Magno (o El Grande) aún era adolescente y no se había hecho famoso, decidió ir en busca del Oráculo de Delfos, con el fin de averiguar si los dioses estaban de su lado para conquistar el mundo. El Oráculo no era ni más ni menos que una mujer que transmitía la palabra de los dioses desde el Santuario de la ciudad de Delfos.
Para la sorpresa de Alejandro, cuando llegó a Delfos descubrió que el Oráculo estaba cerrado. Al parecer la mujer tan solo realizaba esta labor mística un día al mes, nueve meses al año. Pero Alejandro no podía simplemente volver por donde había venido; tenía que encontrar al Oráculo y descubrir la voluntad de los dioses (notemos ya aquí la mentalidad de crecimiento del protagonista de nuestra historia). Así, se puso a buscar a la mujer por toda la ciudad hasta que la encontró y decidió empujarla hasta el Santuario para que ella pudiera conectar con los dioses. La agarró por el brazo y la arrastró hasta que, subiendo las escaleras del templo, la mujer gritó:
– ¡Chico, no hay fuerza capaz de oponerse a ti!
A lo que Alejandro contestó:
– Eso es todo lo que quería escuchar – y se marchó de la ciudad para emprender su conquista de medio mundo.
Sin duda, es más que probable que Alejandro Magno no hubiese llegado a ser el famoso conquistador que hoy sabemos que fue sin aquellas palabras del Oráculo que, aunque malinterpretadas (ya que lógicamente la mujer hablaba por sí misma y no a través de los dioses), hicieron que Alejandro creyese que no había ninguna fuerza capaz de oponerse a él. Decidió creer que era invencible, y así lo fue durante mucho tiempo.
Vale la pena pararnos a reflexionar un poco más: ¿Alejandro se creía invencible porque ganaba batallas? ¿O ganaba batallas porque se creía invencible?
Tal y como vimos en anteriores posts, la profesora Carol Dweck y otros muchos psicólogos expertos en el mundo defienden que lo que creemos sobre nosotros mismos es el mejor indicador de lo que podemos llegar a ser. De esta forma, es muy probable que Alejandro llegase a ser el famoso conquistador que fue gracias a que creía que era invencible.
Como Alejandro Magno, todos podemos aprender la mentalidad de crecimiento y empezar a creer que podemos conseguir aquello que nos propongamos. Ya sea conquistar medio planeta o ser felices, está claro que cualquier objetivo conlleva esfuerzo, y creer que podemos conseguirlo nos hará el camino más fácil.
Y tú, ¿eres como Alejandro Magno, o no crees en ti mismo? ¡Deja tu comentario y continuemos el debate!
Totalmente de acuerdo. Creo que la clave aquí radica en darnos cuenta de que bajitos o altos, tan solo se trata de adjetivos que la sociedad ha inventado para resaltar nuestras diferencias. Sin embargo, si en vez de fijarnos en las diferencias nos fijamos en las similitudes, podemos darnos cuenta de que todos somos seres humanos con la capacidad de desarrollar nuestra inteligencia; seres humanos con un increíble potencial que podemos desatar. Darnos cuenta de esto puede desarrollar en nosotros la suficiente motivación para desencadenar todo nuestro potencial como seres humanos, y ayudar a otros seres humanos a usar su potencial también.
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Nos cuesta creer que realmente podamos alcanzar nuestros objetivos siendo como somos…..bajitos,altos,feos,guapos,inteligentes,torpes…ardua batalla, pero si llegamos a reconocer las virtudes y habilidades que poseemos, después, quizás podamos ser un Alejandro…. convencido,se puede llegar mucho más lejos …creo en muchos Alejandritos cotidianos.
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